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Una mirada liberal sobre la realidad nacional que insiste en la teoría del derrame

Columna de opinión: José Antonio Morabito*


Foto: El presidente Fernández recorriendo una empresa automotriz luego de anuncia fuerte ayuda estatal para el sector


El “País de Jauja” era para los medievales un lugar utópico donde abundaban los alimentos, en una era donde el 94% de la población mundial era pobre o miserable, con expectativas de vida que no superaban los 40 años. Así escribe el holandés R. Bregman en su libro “Utopía para realistas”, principal promotor de la Renta Básica Universal.


Las sociedades modernas y capitalistas han conseguido que en solo 200 años esas utopías se acercaran a la realidad en muchas naciones de Europa Occidental, entendiendo por éstas a aquellas donde el ESTADO cumple un rol sustancial permitiendo que las persona puedan, en libertad, buscar su proyecto de vida, en un entorno de instituciones que alejan las pesadillas de caudillos o jerarcas de cuyo humor dependa la suerte de sus ciudadanos. Muchos problemas subsisten, como negarlo, y hemos visto últimamente una desligitimización de las democracias representativas que hacen que muchos nostálgicos de los totalitarismos del siglo XX sueñen con el regreso a tiempos “revolucionarios”.


Los jóvenes reclaman mayor bienestar pareciendo olvidar que la carestía y la hambruna han acompañado a sus congéneres por siglos. Creen que la libertad es un hecho, y que la riqueza solo basta distribuirla para mejorar la igualdad. Leen “El Capital” del francés Piketty , donde se critica la enorme desigualdad de ingresos y se pronostica que seguirá en aumento, olvidando que un filósofo 200 años más viejo, en un libro del mismo nombre, predecía lo mismo, lo que inexorablemente llevaría a la revolución del proletariado y luego al advenimiento de la sociedad comunista, llevando al fin del capitalismo.


La historia refutó categorialmente estas predicciones, y aun cuando se enrostra hasta el cansancio la enorme riqueza que el 1% detenta, no se menciona que cada diez años aparecen nuevos nombres entre los más ricos, debido a la movilidad social que se da en las economías capitalistas, donde asalariados se vuelven empresarios, y donde grandes empresas quiebran, como Kodak, Nokia,etc, consecuencia de la imposibilidad de dominar mercados donde todos los días millones de “votantes” con sus decisiones de consumo colocan su pulgar en alto o en bajo. Es la clave del éxito del capitalismo, que superó innumerables crisis, siendo el sistema al cual nuestro país debe volver, que en palabras sencillas es el retorno a la senda de la sensatez económica, con propuestas claras y ampliamente consensuadas, con un Estado financiable que genere políticas públicas auditables, sostenido en un sistema tributario sencillo y donde todos paguen, en un contexto de integración comercial al mundo resolviendo a priori para nuestras pymes el “coste argentino” (regulaciones, trabas, impuestos, sindicatos), financiadas con bajas tasas de interés consecuencia de una moneda sana y una macroeconomía equilibrada, otorgando seguridad jurídica para las inversiones (en palabras simples decirles “ no te cambiaremos las reglas del juego con cada cambio de ministro”), todas medidas que nos puedan llevar de nuevo al camino de un capitalismo sustentable y progresista dejando atrás la Argentina estancada y victimizada de las ultimas década.


*José Antonio Morabito. Licenciado en Economia (UBA)

MBA de la Scuola Direzione Aziendale ( SDA) - Universidad Bocconi de Milan.

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