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Periodismo en decadencia: de Zulma Lobato a Javier Milei sin escala

Como todo fenómeno, el candidato a presidente es apañado por un periodismo que perdió el valor esencial de la profesión, la ética periodistica, el repreguntar, no dejar las cosas ahí.




El bombardeo, sí, el bombardeo mediático que por estas horas invade todos los medios y plataformas sociales presentando a Javier Milei como el gran “fenómeno” político, interpela al periodismo en su gran mayoría y ratifica la decadencia por la que atraviesa la profesión periodística. La primera imagen que surge en el tratamiento mediático ante cada aparición del ultraderechista diputado nacional y precandidato a presidente es la figura de Zulma Lobato. La comparación es inevitable en términos de tratamiento mediático.


Si Zulma Lobato fue un hallazgo mediático que sumaba puntos de rating y era presentada como actriz cuando en realidad nada de eso era cierto, Milei, en algún punto, se emparenta con aquel fenómeno mediático de la “actriz”. Zulma Lobato fue sometida y humillada por los medios mientras rendía y sumaba raiting. Como todo fenómeno mediático, terminó por desaparecer de las pantallas.


Es evidente que Javier Milei es un producto mediático que supo agregarle su propia impronta y un discurso económico de poca monta científica, y sacar rédito del enojo social. Al igual que Zulma Lobato, los medios vieron en la conducta histriónica de Milei un verdadero fenómeno mediático. En filosofía, el fenómeno es el aspecto que las cosas ofrecen ante nuestros sentidos, es decir, el primer contacto que tenemos con las cosas, en lo que denominamos experiencia o conciencia.

Queda claro que este personaje, que podría convertirse en presidente a partir de la voluntad popular, ha crecido gracias al gran aporte que le hiciera un periodismo decadente, y mucho de ´él “ensobrado”. Así gusta definir Milei a operadores mediáticos que hasta ayer lo entrevistaban y ahora, viendo que el “monstruo creció y puede ser peligroso”, no saben cómo bajar al fenómeno que emociona y se presenta como esos encantadores de serpientes o timadores de cartas que deslumbran a su público.


Queda claro que Javier Milei es un verdadero y peligroso fenómeno inventado por los medios.


Se pasea por los canales y estudios de radio como si fuera una estrella de rock. Se sienta frente a periodistas y empresas mediáticas que no permiten las repreguntas; el propio entrevistado no las autoriza, Sí, así de clarito, Milei no permite que le repregunten o que le refuten argumentos falaces. Los periodistas aceptan: Milei vende. Y, sobre todo, es la promesa de acabar con el populismo, con el peronismo, se ilusionan los factores del poder económico y mediático.


Lo sostienen aun sabiendo que este fenómeno es intolerante, autoritario y que habla con sus perros muertos y éstos le responden -lo dice el propio Milei, no es una apreciación caprichosa-. Es un “docente político” a quien un padre nunca le daría un hijo para que lo eduque; en algún punto, tiene actitudes y gestos psiquiátricos. Sin embargo, lo sientan en los estudios de TV, lo dejan hablar cuan profeta iluminado ante periodistas decadentes que no se animan a repreguntar. No actúan como periodistas. Son operadores mediáticos. Se mueven por el Dios Dinero, aquel que ha generado un verdadero ejército de conversos dentro del periodismo.


Como todo fenómeno, el candidato a presidente es apañado por un periodismo que perdió el valor esencial de la profesión, la ética periodistica, el repreguntar, no dejar las cosas ahí. Es cierto, no existe el periodismo independiente. Esto no altera la profesión en tanto y en cuanto la honestidad intelectual está puesta en cada nota que se realiza.

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