Murió el Papa, se acalla una voz que advirtió del peligro de los “Adolfitos” y luchó contra un mundo desigual
- Editorial Tobel
- hace 4 días
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A las 7:35, hora de Roma, el Vaticano anunció el fallecimiento.

Murió el Papa. Murió Jorge Bergoglio. Murió el Papa Francisco que recuperó la pasión católica en millones de seres. Un Papa que fue la voz de un mundo claramente desigual e injusto. Desde sus comienzos como máxima autoridad de la Iglesia Católica, 13 de marzo de 2013 cuando fue ungido Papa, Francisco puso al evangelio, la palabra de Cristo, en el primer plano mundial.
Fue un Papa diferente. Un Papa con sensibilidad católica que estuvo poniendo el evangelio al servicio de la humanidad.
Fue una voz rebelde en un contexto mundial claramente injusto y violento facilitado por los máximos poderes institucionales que imperan en el mundo. Fue el Papa que habló de “cultura del descarte” en referencia a ese capitalismo deshumanizado que sólo prioriza rentabilidad y deja a millones en la banquina de la pobreza. Fue la voz que se hizo sentir en las máximas esferas mundiales para cuestionar el peso y daño que ocasionan las deudas monetarias que pesan en países emergentes.
Fue el Papa que se arrodilló ante los presos para lavarles los pies en Semana Santa. Fue el que compartió todas las navidades la mesa junto a los pobres que habitan Roma. Fue el Papa que se acercó a los balseros que atraviesan el Mediterráneo. Pero sobre todo, cuestionó las causas que impulsan a que miles de seres desesperados crucen el mar. Miles de ellos mueren en el intento frente a una Europa que se cansó de explotar y esquilmar aquellas tierras y a su gente.
Fue el Papa que objetó los estragos del cambio climático que genera la productividad industrial sin control. También avanzó sobre sacerdotes denunciados por pedofilia y corrupción.
Fue el Papa que, ante la prensa argentina, advirtió sobre los regímenes democráticos que pecan de autoritarios e intolerantes. La preocupación de Francisco, frente a estos autoritarismos, era el surgimiento de “pequeños Adolfitos”.
Fue el que convocó a los jóvenes a "hacer lío", que hagan sentir su voz. Fue el que abrazó al que elige vivir en la diversidad y al que piensa distinto.
Nunca cedió convicciones. Siempre estuvo dispuesto al diálogo. Aun con aquellos que se pararon en la vereda de enfrente cascoteando su prédica.
Fue un Papa denostado por los factores hegemónicos (ultraconservadores) internos de la iglesia. Y también por la brutalidad y odio de no pocos dirigentes que lo llegaron a tildar de “representante del demonio”. Así lo calificó, vale recordar, el falso profeta de cartón que merodea por Argentina.
Con toda su capacidad intelectual, su sapiencia política y mirada estratégica, pero sobre todo, en su humildad -no por casualidad eligió llamarse Papa Francisco-, Bergoglio deja un gran legado. Y además, una estructura dentro del Vaticano que, en días más, se sabrá si en el campo fértil sobre el que tanto trabajó crecerán miles de flores.
Se fue celebrando la misa pascual, ayer domingo, frente a más de 40.000 personas reunidas en Plaza San Pedro.
Se fue militándola hasta último momento.
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