Milei ¿nuestro pequeño Adolfito?.
En medio de la crisis la única preocupación del gobierno es evitar las PASO y nombrar dos Cortesanos. Mientras esto sucede y como si todo fuera parte de un gran relato, el presidente ocupa el primer plano con peligrosos y violentos discursos.
El presidente llevó su ideologia a Davos
Por: Tano Armaleo.- A contramarcha de lo que al ciudadano de a pie le interesa y preocupa, no perder el trabajo, no cerrar su comercio o Pyme, llegar a fin de mes, cuestiones básicas y vitales que toda población necesita para tener una vida digna, la ultraderecha gobernante, junto a sus socios del PRO y la UCR, la única preocupación que exhibe es suspender las elecciones PASO y nombrar dos jueces para la Corte Suprema de Justicia. El resto de los temas que verdaderamente a la población le interesa, preocupa y necesita que se le preste atención no están en la agenda de Milei y su banda.
En la Argentina de Milei, el falso relato, la ficción y la virulencia por redes sociales sobre la cual el intolerante, autoritario y violento presidente destina varias, varias horas al día, es lo único que prevalece. El resto, ¡afuera!. La degradación institucional generada por el primer mandatario, nunca antes vista en más de 40 años de democracia, resulta gravosa, riesgosa y difícil de predecir su final.
Es el propio Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien se encarga de defender lo imposible: la agenda de un gobierno que prioriza la especulación financiera sobre la producción y el trabajo. También es el encargado de defender la ideología nazi que profesa el presidente con la anuencia de un selecto grupo de empresarios -entre ellos, extrañamente, Eduardo Elsztain-. Lo acaba de realizar al momento de intentar explicar que Milei, cuando dijo que iba a “perseguir a los zurdos de mierda” y otras barbaridades más, fue un Francos quien tomando de boluda a la gente y menospreciando el sentido común lo defendió argumentando que el primer mandatario quiso decir que “los iba a buscar para debatir”. Una hijaputez que no merece ser analizada.
En realidad, es lo que busca el gobierno, discutir brutalidades extremas. Discutir barbaridades muy cercanas a pensamientos extremos, nazismo por caso. Algunos entienden que los planteos que tira el primer mandatario responderían a un desquicio psiquiátrico.
Disquisición de lado, lo cierto es que sus frases, pensamientos y posturas que lleva a todas partes del mundo son gravísimas de considerar. Sería como pretender discutir que crímenes de lesa humanidad como los perpetrados contra judíos, armenios, gitanos, por caso, tuvieron razón de ser. La peor desgracia es la naturalización de los acontecimientos.
Pero más grave resulta saber que producto del modelo que lleva adelante el gobierno, la desigualdad social se incrementa, del mismo modo que la pobreza y la desocupación. El gobierno no quiere discutir, debatir y mucho menos ir al Congreso para analizar y consensuar estos temas. Menos aún le interesa debatir el terrible endeudamiento que tomó el gobierno en menos de un año: 94 mil millones de dólares. Tampoco quiere debatir la quita de subsidios a las economías regionales mientras le otorga privilegios a un reducido sector empresarial como el financiero y el extractivista.
La gente tiene hambre. Un millón de niños, sí, un millón de niños se va a dormir sin comer los tres platos básicos de comidas diarias. A millones de jubilados se les quitaron medicamentos gratis que pagaron durante toda su vida laboral. La gente se queda sin trabajo y quien lo tiene cobra salarios pauperizados. Empresarios y comerciantes son avasallados por la apertura indiscriminada de importaciones y baja de consumo. Muchos de ellos, 12.300 Pymes, debieron cerrar sus puertas.
Los daños que ocasiona el modelo que regentea Milei son inmensos. En términos económicos los padece la inmensa mayoría. Estos, en el corto plazo y a partir de un cambio de modelo, podrán revertirse. Sin embargo, el peor daño es naturalizar la brutalidad, la agresión, la violencia, la discriminación al que piensa u opina distinto y el autoritarismo institucional en nombre de una supuesta libertad que en realidad, desde la recuperación democrática a la fecha, siempre estuvo vigente con sus más y sus menos. El nazismo, el fascismo, el stalinismo, cada uno con su caracterización, también fueron naturalizados por sus poblaciones. Los “pequeños Adolfitos” como dijo en su momento el Papa, siempre existieron. Tal vez el país esté asistiendo al nacimiento de uno. En el mientras tanto, la agenda política la marca el oficialismo ante una dirigencia opositora que, en su inmensa mayoría, prefiere preservar el espacio de confort ante que ganar las calles con un mensaje superador y esperanzador. Temen quedarse solos en las calles. Seguramente, al principio, así será. Con el devenir del tiempo, uno a uno se irán sumando miles de personas. Es cuestión de comenzar.
Tal vez, egos, temores, falta imaginación y generosidad frena a la dirigencia en conformar una alianza con ejes claros y contundentes que contrarreste o aborte el nacimiento de "Adolfito".
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