Massa, el candidato disruptivo que sabe pidir perdón
Mientras gestiona y tira una serie de baterías para mejorar la vida de la gente, el candidato de UP, a diferencia del resto, recupera valores que parecían haber sucumbido ante el imperio de una falsa libertad
Durante el acto junto a tarabajdore petroleros volvió a perdir perdón
A esta altura del partido, con la mayoría de las cartas sobre la mesa y candidatos/as a presidente que se suben al escenario argumentando, prometiendo y, en algunos casos, agrediendo y alentando la violencia y el odio persecutorio sobre sectores opositores, la postura política de Sergio Massa termina siendo, verdaderamente, disruptiva.
Disruptiva, en tanto y en cuanto esto implica una interrupción súbita de algo concebido de antemano. La construcción política de Sergio Massa termina siendo disruptiva ya que rompe con tradiciones y pautas culturales muy arraigadas en el sentido común de no pocos mortales. Y, en particular, en la dirigencia política que, por ser a la que la población suele otorgarle responsabilidades institucionales, no es afecta a Pedir Perdón.
Es frecuente escuchar, desde hace meses, a un Sergio Massa pararse frente a periodistas o escenarios más masivos pidiendo perdón por aquellas cuestiones que el gobierno que preside Alberto Fernández no cumplió.
A diferencia de Patricia Bullrich, o del propio Javier Milei, una olvidando su pasado en la tendencia revolucionaria peronista o bien su gestión en los gobiernos de Fernando de la Rúa y Mauricio Macri, y en la actualidad prometiendo persecución a opositores, y el otro (Milei), montado en un discurso y gestos claramente violentos, intolerantes, autoritarios, y descalificatorios asegurando que hay que exterminar a la casta y al peronismo, ambos nunca pidiendo perdón por lo hecho o dicho, que un Sergio Massa se pare, de la cara y pida perdón no deja de ser un gesto poco habitual. Cierto es que Cristina Fernández también ha de pedir perdón por las asignaturas que quedaron en el tintero durante estos años. Aún siendo un gobierno en el que, seguramente se podrá coincidir que es mejor que el anterior, las expectativas que tenían millones de personas no fueron colmadas en plenitud.
Frente a tanta desproporcionalidad, tanta violencia, agresividad y descalificación que no repara en castigar a personas con discapacidad llegando al extremo de fustigar e insultar al Papa y nunca un perdón, rescatar a un Massa con sentido común no hace más que reivindicar que nada está perdido.
Seguramente, no faltarán aquellos que dirán, qué suma esto de pedir perdón. Sin embargo, en un mundo donde la falta de respeto, la incontinencia verbal, la violencia de todo tipo es moneda corriente; en un mundo en que la codicia de unos pocos empobrece a millones mientras las redes sociales hacer creer que se vive en una campana de libertad cuando, en realidad, se los tiene sometido, que haya gente que recupere valores esenciales que hace que la gente sea mejor, no es poca cosa. Pedir perdón, mientras gestiona y despliega un fárrago de acciones que mejora la vida de la gente, doblemente bueno.
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