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La dictadura digital

No sólo persigue a quienes piensan distinto sino que persuade, mediante los algoritmos, a quienes mantienen (o heredaron) ese sentir de odio e individualismo. Milei pasa horas en el comando de X (ex Twitter) e informa de sus ideas, por eso mientras incendia la economía de los argentinos de clase media y clase baja, por las redes entretiene con falsos debates y superficialidades para que no miren las llamas que los queman.

Foto Juan Mabromata AFP


Por: Fernando “Topo” Gañete Blasco.- El poder económico concentra cada vez más la riqueza global, quizá se nota más en aquellos países donde la desigualdad prevalece desde hace décadas. Claro, en esos lugares sus pobladores ya están secos y no queda mucha más sangre que chuparles, por eso esos carroñeros del ahorro ahora van por los sectores medios.


En Europa lo están sintiendo. Los motivos más recientes fueron la pandemia y ahora la guerra Rusia-Ucrania u OTAN, donde los países del viejo continente son protagonistas. Mientras tanto, las compañías más grandes y, por ende, sus dueños aumentan las riquezas y a los ciudadanos comunes les cuesta cada vez más mantener el nivel de vida que llevan. Paralelamente, como los poderosos nunca aceptan responsabilidades, con una de sus herramientas claves: la comunicación (medios y redes), convencen a los habitantes europeos que la culpa de su caída económica es de los inmigrantes (africanos o sudacas) que les roban el trabajo y el pan. Con ese argumento dosifican el individualismo que siguen imponiendo en la sociedad y así alimentar el odio por el otro. Esto concluye con el crecimiento de las ultraderechas que décadas atrás eran una pequeña minoría desestimada por las democracias con cierta racionabilidad. 


En nuestra región, en la década del 70, las ideologías de derecha impusieron sus políticas económicas mediante la fuerza. Las dictaduras cívico-militares coordinadas por el llamado Plan Cóndor sirvieron para disciplinar a los políticos para no ir por un camino ideológico opuesto al que ellos imponían, pero también una oportunidad de negocios para aquellos empresarios locales que financiaron esa campaña en los países donde nadie podía opinar distinto. Pero la planificación de la fuerza fue acompañada por una estrategia comunicacional basada en los medios de los Estados e invitaron a los dueños de los medios de comunicación privados a formar parte del reparto de los negocios (o negociados) a cambio de alinearse con la información que se pretendía dar y la omisión de la verdad. Esto dio resultado, no sólo por la duración de dichos gobiernos autoritarios sino por el saqueo económico de los grandes capitales y, sobre todo, el adoctrinamiento a sectores de la dirigencia política que, en su gran mayoría y más allá del partido político, se fueron corriendo hacia la derecha. En tanto, en la sociedad en general sembraron una semilla de odio e individualismo que fue germinando hasta los días de hoy.


Quizá, a los dueños de esas ideas destructivas les haya parecido algo costoso y no del todo convincente, hubo un “Nunca Más” y juicios, pero sólo a los militares, ya que sus cómplices zafaron. Tampoco pudieron llevar a cabo el 100% del saqueo, ya que no se privatizaron las empresas estatales, pero se dieron cuenta que esas semillas habían prendido y que se podían utilizar esos frutos de odio. En nuestro país, a 40 años de una democracia que el poder económico supo debilitar mediante las principales instituciones como los poderes judiciales y legislativos, fueron por el ejecutivo. Para ello necesitaban quien reemplace democráticamente a los militares. Primero consiguieron a un personaje vestido con los colores del partido político más popular, Carlos Menem. Al presidente riojano lo acompañaron los economistas que llevaron a cabo el modelo impuesto por la dictadura, el neoliberalismo. No terminó de estallar la economía, que sí ocurrió en la continuidad del modelo económico en el gobierno de De la Rúa con el mismo ministro de economía de Menem.


Luego del caos apareció un gobierno nacional y popular de la mano de Néstor Kirchner (y luego de Cristina). En la coincidencia de mandatarios en la región en la misma sintonía, parecía que la historia tomaba otro rumbo. Tanto Brasil como Argentina se sacaban el mayor condicionante del poder económico en la región, el FMI. Eso generó la alerta por la posibilidad de un crecimiento del sur de América que desistiera de las “ayudas” de los poderosos. Había que destruir esa realidad. Lo lograron, en nuestro país, con alguien que, supuestamente, no venía de la política que “es mala y todos los políticos son corruptos”, sino que llegaba como un empresario exitoso. Cuatro años de Mauricio Macri fueron suficientes para volver a condicionar al país con el FMI que dio el préstamo más grande que jamás le hayan dado a un país. Si bien utilizaron algunas herramientas institucionales claves como la justicia y los medios, el pueblo le dijo no ante tanta destrucción económica que sufrió la sociedad. Así volvió un gobierno nacional que parecía más popular de lo que logró ser. La derecha se volvió a encaminar con los mismos que habían fracasado cuatro años atrás, quedaron terceros, sin chances de ganar, pero una supuesta opción distinta, con un personaje disruptivo de ultraderecha que decía que los políticos eran una casta y los iba a destruir. Ganó gracias al odio y el individualismo sembrado en los 70 que hoy sigue dando frutos. Se unió a los que habían quedado en tercer lugar en las elecciones, las derechas siempre se unen. Hasta convocaron a los ideólogos económico-financieros Federico Sturzenegger y Luis Caputo


Como las políticas económicas son tan perjudiciales o peores que en el gobierno de Macri, para llevarlas a cabo se requiere otra vez de una dictadura, la que está llevando a cabo el gobierno de Javier Milei. En este caso se trata de la dictadura digital. Por suerte en este caso sin muertos ni desaparecidos.


Las estrategias son similares, la complicidad de los medios socios de la dictadura, una justicia colaborativa y la violencia que hoy la aplica el ejército de trolls. Al que piensa distinto le aplican toda la agresividad de los posteos que se transforman en escraches al multiplicarse por cientos de miles. A eso se le suman los mecanismos que suele aplicar la mafia, ofrecen un negocio, en caso de rechazarlo, se transforman en enemigos acosados en las redes. De esa forma conquistan voluntades de pseudos opositores como los radicales o los autopercibidos dialoguistas.


La dictadura digital no sólo persigue a quienes piensan distinto, sino que persuade, mediante los algoritmos, a quienes mantienen (o heredaron) ese sentir de odio e individualismo. Crean fake news que esos odiadores consumen y los medios difunden confundiendo la mentira con lo que es cierto. Gracias a esa dictadura digital cada vez importa menos la verdad, sino lo que los individuos quieren creer. En otra época se sintetizaba con frases como “algo habrá hecho” cuando se hablaba de quien era prohibido o secuestrado.


Quizá el General a cargo de ese ejército sea Santiago Caputo quien días atrás logró recrear y manejar otro organismo que es funcional para las dictaduras, la SIDE. Como si eso fuera poco, el gobierno que se caracteriza por desfinanciar al Estado y no entregar alimentos, acaba de darle al Servicio de Inteligencia la friolera de $100.000 millones para gastos reservados. Esto significa que no tienen que dar explicaciones en qué se utiliza ese presupuesto que servirá para financiar la ampliación política de la ultraderecha, comprar opositores débiles y aumentar el ejército digital. Todo para acabar con una posible resistencia popular, a la cual le temen. Otra característica de los soldados de trolls es que son los redactores de lo que antiguamente eran los comunicados militares para informar los funcionarios que son despedidos. Cuando los twitteros le apuntan a algún funcionario, éste tiene los días contados en el gobierno nacional, paso siguiente el presidente le da like e inmediatamente será despedido.


El propio Milei pasa horas en el comando de X (ex Twitter) e informa de sus ideas por esa vía y en los programas de sus amigos que van a la Quinta de Olivos a escuchar ópera con el presidente. Mientras incendia la economía de los argentinos de clase media y clase baja, por las redes entretiene con falsos debates y superficialidades para que no miren las llamas que los queman.

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