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La boludez y brutalidad en el congreso, científicos salen por Ezeiza

En un extremo de la realidad, la diputada nacional Lourdes Arrieta (LLA) muestra total brutalidad e ignorancia sobre temas esenciales. Del otro lado, cientos de científicos del CONICET son eyectados del organismo bajo el argumento “no hay plata”.

Un hilo muy delgado existe entre la boludez y la brutalidad humana. Tanto que algunos consideran que, en torno a estas “atribuciones” con las que transitan la vida algunos mortales, la hijaputez merodea sus vidas -ampliar notas en "En Argentina ¿sobran boludos?". Semejante cuadro acaba de expresarse a través de la diputada de la ultraderecha, Lourdes Arrieta, La Libertad Avanza, al asegurar que “no sabía quién era Alfredo Astíz”, dicho esto luego de mantener una reunión en el penal de Ezeiza junto a otros condenados por crímenes de lesa humanidad. Una brutalidad o hijaputez avalada por el silencio cómplice del gobierno y del presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, quien puso los vehículos oficiales para trasladar a los diputados hasta el penal de Ezeiza.


Una diputada que cobra más de 10 millones de pesos, que dice ignorar una historia que atraviesa a toda la sociedad y no admite discusiones sobre las atrocidades cometidas por estos asesinos, y sin pudor y con total desprecio sobre lo construido en materia de derechos humanos dijo:“Estuve y hablé con Astíz. Yo no viví en esa época, nací en 1993 y no tengo ni idea de quiénes eran los personajes de esa época, la verdad es que vi internos de 80 años”, dijo Arrieta, quien integró la comitiva junto a los diputados libertarios Beltrán Benedit, Rocío Bonacci, Alida Ferreyra, María Fernanda Araujo y Guillermo Montenegro.


La contracara de estos estafadores democráticos la ponen más de 250 científicas y científicos argentinos, investigadores del CONICET, que llevan años de formación dentro del sistema (entre las becas de doctorado y las de posdoctorado) que se quedaron sin la posibilidad de continuar con trabajos que llevan años investigando. Bajo el argumento “no hay plata” y contrariando promesas del actual directorio del CONICET, las prórrogas de sus becas posdoctorales fueron canceladas, cortando en los hechos cada una de estas carreras científicas.


Un panorama verdaderamente desalentador para los científicos y, lógicamente, para el país. Un país que destinó recursos de todo tipo para formarlos y hoy, a partir de un gobierno que desprecia al Estado, la educación, la ciencia, impide que el sector industrial productivo y la sociedad en su conjunto obtengan los aportes que realizan desde el plano científico. Así como el campo, el sector agroexportador, la industria pesquera, por caso, se ven beneficiadas por el gran aporte científico que drenan investigadores del CONICET, lo propio sucede en el plano educativo y social. Los países serios apuestan a sus científicos y articulan con las empresas privadas para el desarrollo productivo. Así es como empresas como Google, Internet, por ejemplo, recibieron fuertes aportes estatales y el aporte de científicos financiados por el Estado y el sector privado. En Argentina, un caso claro es el sistema satelital y de comunicaciones desarrollado por científicos locales, ARSAT.


"Todos estamos recalculando qué va a ser de nuestras carreras y de nuestras vidas. Si me preguntás hoy, así en caliente, tengo dos opciones: aceptar una posibilidad en el exterior o abandonar la ciencia. Es triste pero ese es el presente. Nos están diciendo: chau, andáte, invertimos años y años en tu formación pero ahora no nos interesa más", dice la geóloga especializada en paleontología, Agustina Toscano, que hasta ayer trabajaba en la cuenca neuquina, en equipos que investigan, por ejemplo, la formación de Vaca Muerta.


"Amo lo que hago y no me imagino haciendo otra cosa. Me las rebuscaré por un tiempo como profesora de nivel medio, de terciario. Pero no es que la rueda para: vos no podés dejar colgados los papers, los congresos, las investigaciones que iniciaste. Eso es lo perverso: lo seguís haciendo, pero ahora gratis y a media máquina", lamenta la socióloga platense Paula Aldana Lucero, frente a la consulta de Página 12, magister en Antropología social y doctora en Geografía, dedicada a estudiar las ideas en torno al uso de pesticidas en la agricultura, un insumo para delinear políticas públicas.

Frente a semejante panorama, nuevamente la salida para poder continuar investigando termina siendo Ezeiza.


Así como en décadas pasadas más de 900 científicos fueron “repatriados” por el gobierno de Néstor Kirchner a partir de una interesante política de desarrollo científico y tecnológico, en la actualidad el gobierno de la ultraderecha, en esto de convertir al país en un simple proveedor de algunas materias primas, desfinancia el desarrollo científico. Durante la pandemia, en Argentina quedó demostrada la relevancia que tiene un país que apuesta a sus científicos.

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