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El motivo por el cual Milei habló en la calle

Rompiendo toda la tradición democrática, el presidente le dio la espalda al Congreso de la Nación

 

Rompiendo las tradiciones democráticas, el presidente Javier Milei evitó realizar su primer discurso, que en gran medida marca el rumbo del gobierno, ante la asamblea legislativa -senadores y diputados, representantes diplomáticos y miembros de la Corte y mandatarios extranjeros-. Prefirió armar un escenario frente a las escalinatas del Congreso, donde se acercaron fanáticos del mandatario, y desde allí hablarle al país.

Lo que en otros actores políticos semejante gesto habría sido leído como de desprecio a la representatividad que el Congreso cobija y, además, hubiese sido tildado de populista, en realidad su primer mensaje en las escalinatas del Congreso oculta otra verdad.

 

El primer mandatario realizó  un discurso sin motosierra en mano. Sin embargo, su verba encendida y agrietada, lejos de un discurso que procure la unidad nacional, sirvió para ratificar la ideología que lo llevó a la Casa Rosada: pensamiento único, el que proviene de la ultraderecha más fracasada que se haya conocido.

 

Para evitar que legisladores aprueben o desaprueben a viva voz el discurso presidencial, nada extraño en este tipo de actos políticos, quienes rodean  y conocen a Javier Milei en la intimidad aconsejaron evitar pasar un mal momento. Sabido es que el nuevo presidente, además de no tolerar cuestionamientos a su fundamentalismo ideológico, se dispersa, se enerva, se saca de quicio, prefirió sortear un mal trance. Así como se hizo conocido por su intemperancia ante preguntas de periodistas al punto de insultarlos, también es conocido por escuchar voces cuando se ve arrinconado cuando se le refuta con certezas sus posturas y criterios económicos.

 

Para evitar exponer a Milei a un mal momento, y poner en evidencia conductas que en un candidato podrían ser tomadas como risueñas por sus seguidores, siendo ya presidente de todos y todas las argentinas, la situación es muy distinta. Ser tolerante y respetuoso de las opiniones e ideologías ajenas es un desafío para todo gobernante.

 

De este modo, el presidente le dio la espalda al Congreso de la Nación. Cuestión que no pocos analistas políticos vislumbran como una suerte de mensaje y conducta que podría adoptar el nuevo poder político: gobernar por Decreto.

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