El Centro de Estudios Arturo Sampay de Zona Norte recibió al científico Gustavo Otero y Garzón
Dio detalles del daño que ocasiona, para las actuales y futuras generaciones, desfinanciar y eliminar programas científicos y al CONICET dispuesto por el gobierno nacional.
“Está demostrado que los países que invierten seriamente en ciencia y tecnología, aplicada como teórica, obtienen mejor desarrollo y logran una mejor distribución”, explicó el doctor en física y con varios postdoctorados más en los EE.UU, Gustavo Otero y Garzón, investigador del CONICET (Área de investigación: Física de partículas y de altas energías) y profesor universitario UBA, durante una charla con miembros del Centro de Estudios Arturo Sampay de Zona Norte.
Las expresiones del científico, quien goza de un reconocimiento internacional al punto tal que trabaja junto a otros pocos de sus pares del país en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) -acelerador de partículas que se conoce como "la máquina de Dios"- cobran valor toda vez que el conocido plan de “destrucción planificada” que lleva adelante el gobierno de Milei tiene al desarrollo científico y tecnológico nacional como una de las áreas a destruir. Al respecto, el científico puso de relieve la reciente resolución (Resolución 10/2025) que implica otro ajuste más, en este caso “de $1867 millones destinados a la investigación en 70 programas” que no hace más que sumarse al desfinanciamiento que viene padeciendo el sector desde la llegada de la ultraderecha al gobierno.
En tren de poner en claro el daño que significa desfinanciar áreas claves de desarrollo y tecnología, el profesor Gustavo Otero y Garzón puso como ejemplo todo lo logrado en materia de salud durante la pandemia, “ahí estuvieron nuestros científicos”. También acompañó el encuentro el joven Juan Manuel Armaleo, doctor en física.
Y así como Argentina, por su alto nivel de científicos es parte del selecto grupo mundial de "la máquina de Dios", también lo ha demostrado con el reactor CAREM 25 (Central Argentina de Elementos Modulares) que es el primer reactor de potencia de diseño y construcción íntegramente argentino y que genera 32 MW eléctricos, lo que permitiría abastecer a una población de 120 mil habitantes -ha sido requerido por varios países-, el país también tiene un desarrollo científico que se traduce en empresas como IMPSA recientemente rematada por el gobierno nacional a empresarios extranjeros ligados a Donald Trump. Una empresa, IMPSA, explicó el doctor en física, con control estatal, fabricante de grandes turbinas como para centrales eléctricas tipo las de Yacyretá, que pasan a manos privadas. De ahora en más, el país, además de perder capacidad y soberanía tecnológica, deberá pagar mucho más para reparar o cambiar turbinas.
A modo de dimensionar y cuantificar el daño que se le ocasiona a la investigación nacional, el profesional recordó que el CAREM 25 comienza a dar los primeros pasos en los 80, por lo tanto, desfinanciar un programa destinado a este tipo de desarrollo es ocasionar un daño inconmensurable. Gustavo Otero y Garzón es uno de los más de 800 científicos que el gobierno de Cristina Fernández repatrió. Los invitó a ser parte de un país con investigación y desarrollo científico nacional. Todo lo contrario a lo que sucede en estos momentos: la salida para estos investigadores vuelve a ser Ezeiza. Así como el gobierno de Menem los mandó a lavar platos, el actual replica aquel modelo que también fue utilizado por Juntos por el Cambio, vale recordar.
Además, el cientifico destacó que en esta dura competencia geopolítica entablada por los EE.UU contra China por la supremacía tecnológica, el primero lleva ventaja. Por otra parte, advirtio que la IA (Inteligencia Artificial) es una gran herramienta que puede tener distintos fines, dejando entrever que, al igual que las redes sociales que manipulan conductas humanas sin ningín tipo de control, lo propio podría suceder con el nuevo desarrollo científico que ya está en marcha.
La intención del Centro de Estudios Sampay, que tiene entre sus integrantes a Alejandro Filomeno, Diego Herrera, Nora Forciniti, Juan Pablo Cafiero, José “Pepe” Armaleo, Antonio Carabio, Magdalena “Maguy” Gagey, Aníbal Arroyo, Fernando Gañete Blasco, Néstor Bachés, Germán Cárrega, Marcos Lohlé, Hipólito Colarribui
as, Oscar Levrero, Mónica Labonia, Claudio Leveroni, Juan Alonso, Claudio del Río, Oscar Demarchi, Oscar Neyssen, Melisa Demetrio, Natalia Neremberg, Claudia González y Miguel “Tano Armaleo, no es otra que tomar contacto con dirigentes, profesionales y actores sociales que contribuyan a esclarecer, desde su realidad, qué significa “destruir el Estado”, que es lo mismo que dañar y perjudicar a millones de personas al solo efecto de atender un modelo fracasadamente conocido que, en el mejor de los casos, sólo beneficiará a un 20/30% de la población.
Al respecto, vale señalar que el presupuesto destinado al Conicet, el principal organismo de ciencia y tecnología del país, descendió un 20 por ciento. Un camino de ajuste similar al que transitan la Comisión Nacional de Energía Atómica (29 por ciento) y el INTA (23.6 por ciento). Asimismo, la inversión del Estado en Educación cayó un 43.8 por ciento en 2024, tanto que las Universidades Nacionales perdieron un 25 por ciento de su presupuesto en términos reales.
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