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Cuando la mentira es la verdad…

El programador italiano Alberto Brandolini acuñó lo que se conoció en 2013 como la ley de Brandolini, también conocida como el principio de asimetría de la estupidez. De Joseph Goebbels a Churchill hasta la actualidad la mentira continúa seduciendo y sometiendo mentes.

Monumento emplazado en San Pedro que recueda la batalla de la Vuelta de Obligado. Cadenas con las cuales se detuvo el avance de tropas francesas.


Por: Fernando Gañete Blasco.- Hace más de dos mil años se llevaba a cabo la condena, quizá, más conocida de la historia. El libro más leído en el mundo cuenta que el pueblo tenía que elegir entre dos personas, a cuál de ellas mataban y a quién salvaban. Uno era un reconocido ladrón del pueblo, el otro había ayudado a varias personas repartiéndoles panes y peces para que pudieran comer. No se le conocía delito alguno. A lo sumo decía ser el hijo de Dios, pero se corrió el rumor que tenía la capacidad de hacer cosas inusuales a lo que llamaban “milagros”. Quizá eso fue lo que asustó a los poderes de la época que inmediatamente comenzaron con la persecución. Para ello comenzaron con las mentiras para estigmatizarlo (¿serían las Fake news de la época?). La que más fuerte pegó era que, para mofarse del pueblo, decía ser el rey de los judíos. Lo etiquetaron de estafador. Ello pegó en el pueblo que finalmente lo condenó y no sólo lo crucificaron, sino que le pusieron una corona de espinas para burlarse. Así también perdonó al real delincuente que todos sabían que era un ladrón porque muchos padecieron sus robos y delitos. Pero el poder pudo instalar el odio a quien se le presentaba como un riesgo por lo que pregonaba y hacía. Para ello se necesitó inculcar odio en el pueblo (aunque muchos hayan sido beneficiados con panes y peces). Por supuesto también de alguien que traicionara al que luego condenaran y de quien se lavara las manos, desentendiéndose de la situación.

 

No es la intención comparar nombres, por supuesto, sino mecanismos. Infinidad de líderes padecieron sanciones, persecuciones, proscripciones y hasta muerte por defender causas nobles e intentar proteger a sus pueblos.

 

En esta época que muchos se indignan con las nuevas tecnologías y los algoritmos como creadores de las noticias falsas o Fake news, se puede decir que estos artilugios llevan miles de años, en todo caso lo que generan las actuales redes sociales es mayor velocidad y globalización de la mentira para darle mayor poder.

 

También a partir del avance de las redes sociales como medio de información y comunicación liberó de temores a algún costo social a pseudoperiodistas que se sintieron con tranquilidad para poder mentir y desinformar para lograr rédito propio. Hoy muchos operadores mediáticos se sienten más como influencers de medios convencionales de comunicación haciendo de showman que de periodistas en busca de la verdad.

 

Pero este sistema de confundir es tan viejo que personajes históricos se ocuparon del tema. Claude Frédéric Bastiat escribió en 1859, en sus Sofismas económicos: "Nuestros adversarios en la polémica poseen una clara ventaja: ellos pueden expresar en pocas palabras una verdad a medias, pero nosotros, para desmontar esa media verdad, nos vemos obligados a elaborar largas y áridas disertaciones".

 

Bastiat fue un economistaescritor y legislador francés al que, paradójicamente, se le considera uno de los mayores teóricos del liberalismo de la historia.

 

Más tarde, el escritor  Mark Twain dijo en su autobiografía de 1906: “La gloria que se construye sobre una mentira pronto se convierte en un estorbo de lo más desagradable... ¡Qué fácil es hacer que la gente crea una mentira y qué difícil es deshacer esa obra nuevamente!”

 

También en el siglo XVII, ya macerado como un conocido proverbio, Roger Bacon, en su obra latina De la dignidad y el desarrollo de la ciencia, plantea: "Como suele decirse de la calumnia: calumnien con audacia, siempre algo queda". En el siglo XIX, Casimir Delavigne, en Les enfants d'Edouard, le da otra vuelta a la frase: "Mientras más increíble es una calumnia, más memoria tienen los tontos para recordarla".

 

Paul Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, acuñó la conocida frase: “Miente, miente, que algo quedará”. También en su artículo "De la fábrica de mentiras de Churchill" (1941) dice: "Una vez proferida una mentira, (Churchill) sigue repitiéndola sin que nada ni nadie se lo pueda impedir, hasta que al final acaba él mismo creyéndola (...) El esencial secreto del liderazgo inglés no debe buscarse tanto en una inteligencia particularmente afilada sino, mucho más, en una estúpida y bochornosa tozudez. Los ingleses se rigen por el siguiente principio: 'Cuando mientes, miente en grande y sobre todo persevera en la mentira'. Y así siguen mintiendo, aun a riesgo de volverse ridículos".

 

Ya en épocas de las redes sociales, el programador italiano Alberto Brandolini acuñó lo que se conoció en 2013 como la ley de Brandolini, también conocida como el principio de asimetría de la estupidez. Este es un adagio de Internet que enfatiza la dificultad de desacreditar información falsa, cómica o engañosa: «La cantidad de energía necesaria para refutar tonterías es un orden de magnitud mayor que la necesaria para producirlas»

 

Lo más preocupante es cuando en ello se ponen de acuerdo parte del sistema político, de los medios de comunicación, que también lo repiten los influencers o trolls en sus redes, pero lo peor cuando de esta metodología y en coincidencia con los recién mencionados, lo hacen algunos fiscales y jueces.

 

Lamentablemente, la práctica es milenaria. En general es aplicada contra quienes quieren defienden a los mismos que luego los condenan. A veces porque tocan intereses que molestan a los más poderosos. Lo saben los del establishment quienes, escondidos detrás del poder económico como inocentes imparciales, nunca se muestran y mandan a los que les responden de manera sumisa.

 

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