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Adolfito, crueldad y decisión política

Frente al goce oficial por no pocas medidas que dañan a la mayoría de la población, la naturalización es el gran triunfo de Milei y su banda.



Por: Miguel "Tano" Armaleo.- Si un logro tiene el presidente Milei es estar librando una batalla cultural donde, por lo visto, obtiene ventaja sobre el resto de la oposición. La mayor ventaja es la naturalización del discurso de un primer mandatario que basa su ideología en la intolerancia, la agresión y la violencia institucional. No sólo se naturaliza su discurso. Se naturalizan y aplauden medidas de gobierno claramente gravosas y dañinas.

 

Los que algunos consideran coraje, decisión política, en realidad es crueldad. Una crueldad lindante con la perversidad entendiéndose ésta como el goce, el disfrute del daño que se ocasiona con lo que uno hace o dispone.

 

La quita de medicamentos a jubilados, el despido de trabajadores estatales, el desmantelamiento de programas e inversiones científico-tecnológicas, la destrucción de la educación pública (universidades en particular), la no entrega de alimentos a comedores, el insultar, denostar a todo opositor, tratar de coimeros, soretes o ensobrados a diputados y periodistas que no comulgan con su fundamentalismo ideológico, menospreciar a figuras internacionales y considerar que el cambio climático es un invento socialista, comunista, son algunos ítems del menú del gobierno de Milei y sus socios políticos. Para sostener el falso relato, el presidente recrea viejas teorías que fueron, casualmente, muy utilizadas por el nazismo y tantos regímenes autoritarios que llegaron al poder gracias al voto.

 

El nazismo, Adolfo Hitler, llegó al gobierno denostando y poniendo a la comunidad judía y gitana como enemigos del sistema. También refería que los judíos eran comunistas. Con el poder en las manos, pasó lo que la humanidad conoció: más de 6 millones de personas torturadas y asesinadas en cámaras de gas, lo que se conoció como Holocausto.

 

Milei, y todo su gabinete junto a su ejército de troles financiado por cajas oficiales, pone al populismo, al radicalismo histórico, y en particular al peronismo, como el enemigo a vencer. Nada de diálogo, nada de consenso. El único consenso, la única aprobación que buscan estos dirigentes políticos es la aprobación por redes sociales. De nada vale el pensamiento crítico, la racionalidad, el estudio y conocimiento científico. En las redes, lo único que pesa es tener un millón de seguidores.

 

Es dentro de este marco de brutalidad extrema donde un insulto cotiza más que el razonamiento, la tolerancia y la sensatez. Es donde se confunde crueldad con decisión política. Se degrada el valor de la palabra. Se gobierna y controla el pensamiento social a través de las redes. Milei es parte de este nuevo esquema mundial en que el pensamiento ultraderechista, con reminiscencias de nazismo, se hace presente. Países europeos y los EE.UU son fieles testigos de esta nueva manera de hacer política donde todo vale, todo se naturaliza.

 

“Se llamaba Adolfo, y todo el mundo dijo probemos con este que nadie lo conoce, y todos votaron a Adolfito, y así terminamos”, decía el Papa en referencia a estos personajes que asoman en las arenas políticas.

 

Dentro de esta naturalización, días atrás un dirigente peronista de CABA, senadora nacional, decía: "Milei le saca varios cuerpos a Alberto Fernández en decisión política".

 

En la Alemania de Hitler, en la Italia de Mussolini, en el Chile de Pinochet, en la Argentina de Videla, en el Israel de Benjamín Netanyahu, también se naturalizaron y naturalizan acontecimientos. Obvio, no todo es igual, salvo la especie humana.


Afortunadamente, Argentina tiene aún, con el actual adormecimiento de un buen sector de la población, una memoria histórica y pasado popular, que más temprano que tarde retomará los hilos del poder para poner al pais en la senda de la previsibilidad y tolerancia y respeto en la diversidad.

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