Es ahora, o nunca..volvamos a la Constitución Nacional
Para dejar atrás al "dios Mercado"
Por: Tano Armaleo.-Dentro del drama que depara una pandemia como la que atraviesa, una vez más, la humanidad, la posibilidad de levantarse está al alcance de la mano. Será la voluntad popular la que en definitiva genere los caminos hacia cambios profundos que hoy requieren los pueblos. Y será la política quien sintetice la imperiosa necesidad de dar forma y llevara adelante las inquietudes. Más de tres décadas de capitalismo financiero, especulativo y de mercados fueron suficiente muestra para corroborar que la pobreza no es casual, sino producto de un modelo (neoliberalismo) que vino a consolidar la injusticia institucionalizada.
Una injusticia institucionalizada por gobiernos que, de la mano del voto, han naturalizado las peores barbaridades e injusticia. Por cierto que no ha sido el “dios mercado” el único artífice. Medios de prensa y el Poder Judicial conformaron y conforman una trilogía peligrosísima. En esta desafortunada saga obtuvieron un gran logro: el triunfo cultural. Naturalizaron la obviedad.
Fijan agenda con burradas (y atrocidades) tan absurdas que cuesta destinar tiempo a estas turradas. Disponen de medios de comunicación y de un sector de la población repiten y de ser necesario sale a las calles, a sostener lo que el Dios Mercado les impone. Una clara fue la solicitada que bajo el título “La democracia está en peligro”, firmaron cerca de 300 personalidades. En la misma cuestionan con dureza al gobierno y definen que se transita por una “Infectadura”. La gilada compra, sale de los barrios cerrados, se moviliza, y pide que se termine con la cuarentena. Argumentan que “el virus es un invento de laboratorio organizado por la OMS”. Imposible someterse en semejante redil.
Lo que no es imposible es no darse la oportunidad de dar vuelta la historia. De comenzar a escribir capítulos que alienten un mundo más justo en que la distribución de la riqueza y participación laboral en la ganancia, sean realidades efectivas. No se trata de romper nada. Tampoco quemar, al mejor estilo izquierda boba, un local de Mac Donalds como hecho revolucionario. Simplemente que el Estado, como sucede en Argentina y en la mayoría de los países, Alemania, Italia, España, Noruega y hasta el propio EE.UU, continúe con una actitud proactiva para los intereses de la población. Los altos porcentajes que cada uno de estos países ha destinado para atender a la población es la muestra clara que los mercados no curan, no educan y mucho menos, cuidan la producción nacional.
Se estima que la crisis mundial podría, además de dejar a cerca de 50 millones de gente sin empleo, producir pérdidas económicas cercanas a los 7 billones de euros. Paralelamente, un solo fondo de “inversión” BlackRok al cual el gobierno de Macri recurrió para endeudarse y por estas horas presiona al gobierno nacional, tiene el control financiera que orilla los 6 billones de dólares. Es decir, casi 10 veces el PBI nacional, o seis del italiano. En el mundo sobra tanto dinero que, por ejemplo, un puñado de argentinos, 1000, tiene más de 200.000 millones de dólares ocultos en guaridas fiscales durmiendo y sin tributar. Esto mientras el país rasca de la olla para sostener un sistema de salud exprofesamente debilitado por el anterior gobierno, como se estás viendo por estas horas,
Así como el mundo no tiene un problema de dinero, de efectivo, lo mismo sucede en Argentina. El punto central es la distribución. Y que aquellos que la tienen depositadas u ocultas en paraísos fiscales realmente tributen lo que deban tributar.
Alberto Fernández es, sin lugar a dudas, el presidente que ingresa a la historia de la mano de un hecho histórico como nunca antes vivió e
l país. Al dolor de las muertes que deja “el corona”, el gobierno enfrenta una severa crisis económica. La producida por el gobierno de Cambiemos, y la que impone la pandemia. Si a la fecha el gobierno ha mostrado entereza y convicciones para enfrentar la situación, la tarea más compleja será dejar de lado “al dios mercado” para seguir abonando el rol solidario y ordenador del Estado. Una tarea que seguirá requiriendo el acompañamiento y compromiso de gobernadores, intendentes, movimiento obrero, comunidad educativa, industriales, por caso.
Así como urge una profunda reforma tributaria y financiera. Acabar con los eternos evasores y fugadores de divisas. Esto también requiere cambiara reglas y leyes del mercado. Habrá llegado el momento de pensar un mundo del trabajo que contemple otra ecuación. Si hoy el “dios mercado” socializa la crisis bajando salarios, pues entonces habrá que volver a la Constitución Nacional: participación en las ganancias una vez que dejemos atrás la pandemia. Habrá llegado la hora también de pensar, verdaderamente, en cuidar nuestra naturaleza.Saber convivir con ella y respetarla implica legislar al respecto. Habrá llegado el momento de recuperar la soberanía y desarrollo tecnológico a partir de la integración Estado-sector privado. De igualar para arriba.
La pandemia abre la puerta para introducir a la Argentina a tiempos en que la justicia social, la igualdad de oportunidades, el libre acceso a la educación, un techo digno y la dignificación del trabajo vuelvan al escenario. Esto, queda demostrado, no lo resuelven los mercados. Mucho menos falsas teorías de derrame. “Con la democracia se educa, se comen y se educa” decía el fallecido presidente Raúl Alfonsín. Y estaba en lo cierto. Por no menos cierto es que, con la democracia imperante, acá y en el mundo, esto solo será un meros título. Es ahora, o nunca el momento más justo para dejar el título de lado y comenzar a escribir una nueva historia.