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La policía de Vidal descontrolada


Inseguridad, corrupción, innecesaria represión, complicidades y doble discurso

Es la misma policía de hace años. No cambio, o en realidad, sí cambio. Es la misma fuerza, solo que por lo conocido tras la llegada de Vidal al gobierno y por los denunciado, parece haber alcanzado un vuelo preocupante. Al decir de muchos especialistas y la realidad, la actual fuerza bien podría recobrar el título de “La Maldita Policía”. Los recientes casos de corrupción, los desplazamientos de decenas comisarios acusados de coimeros, pero sobre todo, el marcado sesgo de virulencia y ensañamiento con la que la policía sale a las calles es lo que marca la diferencia. Esto sucede mientras le delito aumenta, las drogas abunda por las calles y en coqueto (concheto) locales nocturnos de la región y los secuestros rápido se multiplican bajo una justicia que no parece actuar. No se observa prevención del delito y profesionalismo policial. La falta de “decisión política” por parte de la gobernadora, tal cual denunciara en su momento el senador provincial y presidente de la Comisión de Seguridad de la legislatura provincial Jorge D¨Onofrio (FR), no hacen más que potenciar el desmadre de la fuerza. Todo parece ceñirse (el trabajo policial) en castigar a los sectores más vulnerables, estudiantes, desposeídos, trabajadores, comerciantes.

Días pasados se conocía que la policía bonaerense volvió a protagonizar un hecho de violencia contra un grupo de jóvenes. Esta vez se trató de una brutal agresión contra estudiantes que reclamaban por las condiciones edilicias de su escuela, en Berisso. Intervinieron agentes vestidos de civil, sin identificación, que golpearon, ahorcaron y tiraron al suelo a chicos de entre 15 y 18 años. Las imágenes quedaron registradas a través de teléfonos celulares de los propios estudiantes y rápidamente se difundieron a través de las redes sociales. El episodio se inscribe en un contexto de crecimiento de los casos de amedrentamiento y hostigamiento de las fuerzas de seguridad desde la llegada de Macri y Vidal, respectivamente.

Cabe recordar que casos similares se vivieron en San Isidro, Vicente López y Tigre. Al respecto, concejales como Juan Ottavis, y Lorenzo Beccaria, ambos del Frente para la Victoria, uno, de San Isidro, el otro de Vicente López, han sido muy críticos por el accionar policial en sus respectivos distritos. “La represión a estudiantes al igual que a trabajadores o sectores social como lo vivimos en nuestro distrito cuando impidieron que una madre amamante a su hijo en la plaza responde a un único interés, disciplinar y hacer entender que en “la nueva argentina” no hay margen para el reclamo pacifico y mucho menos para la protesta social”, detalla ante la consulta Ottavis, para agregar:“Vidal nos quiere hacer creer que desplazando a un comisario se termina con la corrupción e incapacidad policial, no, a no confundirse, en el mejor de los caso, se cambia de cajero, el verdadero cambio es tener firmeza y claras convicciones políticas, no se gobierno con discursos hay que saber, y si no consultar, convocar, trabajar, discutir y dialogar con los mejores actores de nuestra población, sin sectorizar”.

Por su parte, el dirigente juvenil Walter “Cato” Oliva, recordó que hace muy poco “la policía de Jorge Macri (la comunal) amedrentaba y corría a estudiantes del Paula (por el colegio Municipal Albarracín de Olivos) que estaban frente al municipio reclamando, pacíficamente y sin molestar a nadie, por sus derechos; esto terminó en un gran escándalo y la protesta de los padres que fueron al Concejo Deliberante; no fue casual que ni Jorge Macri ni Vidal dijeran nada”.

“Hay un recrudecimiento de la violencia institucional que alarma y preocupa. Parece un escenario habilitado desde el poder para que ocurran este tipo de acciones que son muy graves”, comentaba a PáginaI12 la titular del gremio docente Ctera, Sonia Alesso. “Se sienten habilitados y legitimados en este contexto social. Son prácticas incentivadas con las bravatas y las declaraciones pirotécnicas de Cambiemos. De alguna manera, la policía siente que escucha lo que quería oír”, agrega Esteban Rodríguez Alzueta, docente e investigador de la Universidad de Quilmes.

Pensar en la complicidad de Vidal, en todos y cada uno de los hechos, es como pretender vincular a Eduardo Duhalde o Daniel Scioli, por ejemplo, por cuestiones similares.

El tema de fondo continúa siendo que la seguridad requiere de la intervención de todos los sectores de la comunidad (Foros de Seguridad incluidos): políticos y sociales. Mientras cada gobernador atienda “su juego personal” y no mire la problemática como una cuestión que va más allá de lo estrictamente delictivo, la población seguirá padeciendo el desenfreno policial. Mucho más -como sucede nuevamente-, si el poder de turno no conduce la fuerza.

Desde hace poco más de 30 años, los gobernadores (a excepción de Solá que intentó un cambio radical) siguen con la cantinela de malgastar miles de millones de pesos en móviles y demás yerbas. Los resultados están a la vista: el delito se incremento exponencialmente; ahora se le suma la virulencia policial. Lo más sagrado que ha de tener un policía como es el respeto de la población, por estas horas, se está resquebrajando por la ineficacia política.

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